Recupero aquí una reflexión que ya publiqué en su día en otro sitio, pero que sigue teniendo completa vigencia.
He recordado una reflexión que alguien me hizo una vez sobre la juventud. Cuando uno es joven, es seña de identidad la rebelión contra todo lo establecido, el ir en contra de la norma, hacer lo contrario a lo que nos dicen. Y esto no siempre va en la linea de ir ganando areas de poder o independencia... nada más lejos de la realidad.
En momentos de represión y falta de libertades, los jovenes hicieron "su trabajo" y lucharon contra el sistema para llegar a donde estamos ahora, una sociedad en la que, con matices, somos libres en muchos ámbitos. Sin embargo esta libertad, este progresismo, ha tenido consecuencias en la juventud.
En su afan de lucha, rebeión o diferenciación, han invertido el camino. Como ya somos libres, lo que toca para ser "moderna" es volverse conservador. Si antes el guay era el que fumaba, ahora es el que no lo hace... si el más popular era el que contaba sus juergas sexuales, ahora lo es el que declara sus intenciones de ser virgen hasta el matrimonio...
Y el problema viene cuando eso supera las creencias y se instaura en las ideas politicas, que esto sí que tiene consecucias para todos, seamos jovenes o no...
Como dice un amigo, quien de joven no es de izquierdas no tiene sangre, y quien de mayor no se hace de derechas, no tiene cabeza.
O esto o simplemente han encontrado en los encuentros con el Papa, una forma de turismo barato. Toda una macrofiesta en la que a cambio de asistir a una breve "demostración comercial", les ofrecen alojamiento gratis, transporte gratis, ampliación de horarios de museos y demás solo para ellos... así que les queda todo el dinero para acabar con el alcohol y los condones allá donde van.
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