La receta me la pasó mi madre y creo que es de mi abuela.
La elaboración es tan simple como mezclar todos los ingredientes en un bol grande. Recomiendo usar una paleta grande de madera para mezclar al principio, aunque podéis usar cualquier cosa que os sea cómoda. Cuando ya se despegue del bol, lo sacáis y amasáis a mano sobre una superficie dura, cubierta ligeramente de harina para que no se os pegue. Tenéis que conseguir la textura de la plastilina, para los poco duchos en repostería, a base de amasar y añadir harina. Hacéis una bola (o una teta... jajaja) y lo dejáis reposar 20 minutos. Luego podéis hacer las formas de dos maneras.
Elaboración 1: Hacer churros con la masa, aproximadamente del grosor de un meñique o poco más. Y lo cortáis y cerráis en círculos del tamaño de un donette por ejemplo.
Elaboración 2: Extendéis la masa en una lámina del grosor del dedo meñique igualmente, y usáis por ejemplo, un vaso invertido para cortar círculos, y un tapón de coca cola para hacer el agujero central. Yo uso los puntitos centrales también para freírlos tal cual. Los recortes de masa, los amasáis de nuevo y extendéis para volver a hacer más.
Y finalmente sólo hay que llenar bien de aceite una sartén pequeña (para no usar mucho), para que las rosquillas puedan freírse sin tocar el fondo. Sin que el aceite llegue a humear las vais friendo y que cojan color poco a poco. Yo las hago de dos en dos para controlarlas bien. Si queréis el acabado de la foto, solo tenéis que pasarlos por un plato en el que hayáis puesto azúcar justo al sacarlas de la sartén. Para conservarlas, lo mejor es una caja de cartón bien cerrada.
Ingredientes:
- 1 Huevo
- Azúcar (5 cucharadas soperas)
- Anís (5 cucharadas soperas)
- Leche (5 cucharadas soperas)
- Zumo de naranja (5 cucharadas soperas)
- Levadura (medio sobre)
- Aceite templado (5 cucharadas soperas)
- Ralladura de medio limón
- Harina (la necesaria para obtener la textura de plastilina)
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